EN POCOS CAPÍTULOS SE TERMINA LA NOVELA!!! Falta muy poquito, así
que estén atentas. Si alguna
dejó de leer la novela, empiécenla a leer de nuevo, así cuando llega el final
pueden opinar!! Aviso importante: después de que termine Sos mi guía, vamos a
tomarnos un descanso de una o dos semanas, y volvemos con una nueva novela ya
empezada. Esta novela es muy actual, la empezó a escribir Cami hace una semana
y está muy buena. Así que estén atentos. Bueno,
ahora sí, los dejo con el capítulo, escrito con ayuda de Cami:
En el capítulo anterior…
Unos minutos después, sentí una mano en mi
espalda. Me estaba acariciando alguien. Pensé enseguida que eran los médicos.
Levanté lentamente la cabeza. Y lo que pasó todavía me sigue impresionando.
Nunca, ni en mis esperanzas más locas, me hubiera imaginado eso.
Capítulo Nº 48: Todo cambió.
Cuenta Euge:
Mi corazón se rompió. Mi mundo se derrumbó. Ya
nada tenía sentido.
Entré precipitadamente en mi casa. Lloraba mucho,
pero eso no me impidió llegar rápido hasta mi habitación. Nuestra habitación.
Abrí el placard que le pertenecía a Pablo y saqué todas sus cosas. Las sacaba
con desprecio. Abrí la ventana y fui tirando una por una sus cosas, sin
pensarlo. Estaba completamente enfurecida, y llena de bronca. Una vez que
terminé de tirar todas sus cosas, busqué en mi placard mi valija y metí adentro
todas mis cosas. No me preocupé en acomodarlas, quería irme cuanto antes de ese
lugar. Una vez que terminé, me senté en la cama y traté de descargarme, de
llorar todo lo que tenía por llorar. Porque a partir de que cruzara por la
puerta de la casa, tenía que ser fuerte. Lloré y lloré. Unos minutos después,
ya me sentía renovada. Fui al baño y me mojé la cara. Totalmente despechada,
desarmé toda la cama, que con tanto esfuerzo había armado Pablo a la mañana. Al
terminar, salí dignamente de la casa.
Cuenta Nico:
Alguien tocó ferozmente la puerta de mi casa. Yo
estaba en cuero cocinando, y no sabía si abrir la puerta o no. Decidí mirar por
la cerradura para ver quién era. Quedé totalmente boquiabierto al descubrirlo.
Abrí la puerta.
Nico: ¿Euge? ¿Qué hacés a esta hora por acá?
Euge tenía la cara totalmente demacrada y estaba
mojada. Había empezado a llover, y yo ni me había dado cuenta. En fin, ella
estaba totalmente destruida y con lágrimas en los ojos.
Euge: ¿Puedo pasar?
Nico: Sí… sí, obvio, pasá. ¿Qué te pasó?
Se me acercó y me abrazó fuertemente. Le devolví
el abrazo, completamente perplejo.
Euge: No sé a dónde ir, no quiero volver a mi
casa. ¿Me puedo quedar acá?
Levantó la cabeza y me hizo pucherito. Estuve a
punto de decirle que no. Hasta el día de hoy agradezco no habérselo dicho. Era
mi amiga, no podía dejarla sola, debajo de la lluvia, llorando.
Nico: Mmm no sé, tengo miedo que me llenes la
casa de pulgas…
Me empecé a reír, y ella se sumó a regañadientes.
Euge: Dale, Nico, no seas malo.
Nico: Bueno está bien, dale, quedate.
Euge: ¡AY, GRACIAS GRACIAS GRACIAS!
Me abrazó de nuevo mientras se reía.
Media hora después, ella ya se había instalado.
Yo tenía un sillón que se hacía cama, así que le dije que durmiera ahí, ya que
yo vivía solo y no tenía ninguna otra habitación. Le di unas toallas para que
se secara, y una camisa mía para que se cambiara la ropa mojada. Mientras
tanto, yo me fui a la cocina a terminar de cocinar. Unos minutos después,
escuché unos pasos atrás mío.
Euge: ¿Qué estás cocinando de rico?
Nico: Pizza.
Euge: Ay, yo te ayudo, me encanta hacer pizza.
En fin, cocinamos la pizza juntos. Mientras
preparábamos la masa de la pizza, Euge me tiró harina en la cara. Se empezó a
reír mucho mientras trataba de hablar.
Euge: Perdoname, te juro que no me di cuenta.
Agarré un puñado de harina y se lo tiré en la
cara, “como por accidente”.
Nico (imitando el tono de voz de Euge): Ay te
juro que no me di cuenta, Eushi, perdón.
Y ahí se inició
una pelea de comida. Nos tirábamos con harina, con mayonesa, con lo primero que
encontrábamos. Nos reíamos mucho. En un momento Euge salió corriendo para
buscar algo en la heladera para tirarme, entonces yo la agarré de la cintura.
Ella se dio vuelta y quedó pegada a mí. Sus dos manos estaban apoyadas en mi
pecho. Yo estaba sin remera, y el contacto con su piel fue embriagador. Estábamos
muy cerca, peligrosamente cerca. Por impulso, acerqué mi rostro al suyo. Cuando
nuestros labios estaban a punto de tocarse, tocaron la puerta. Nos separamos
rápidamente, y yo fui a abrir la puerta. Me asomé por la cerradura.
Nico: Euge… es Pablo.
Euge se puso pálida.
Euge: Nico por favor, decile que no estoy. No lo
dejes entrar.
Nico: ¿Pero ustedes dos no son novios? Euge,
contame ya lo que está pasando. Esto no es joda.
Euge: Nico confiá en mí, por favor, no le digas
que estoy acá, yo después te cuento todo.
Nico: Está bien.
Abrí la puerta y me hice el sorprendido.
Nico: Hola. ¿Pasó algo?
Pablo: ¿Dónde está Euge? Necesito hablar con
ella.
Traté de parecer confuso por la pregunta.
Nico: La verdad no tengo idea, no hablo con ella
desde hace dos semanas, más o menos. ¿Por?
Pablo: Sé que ella está acá. Ella siempre me dijo
que si pasara algo, al primer lugar que hiría sería a tu casa o a la de Lali. Y
en la casa de Lali no hay nadie. Así que la última opción que me quedaba era
venir acá.
Nico: ¿Se pelearon o algo así? Ella no vino por
acá, en serio.
Pablo: Ya me puse nervioso. Sé que estás
mintiendo. Las cosas son así: o le decís que vuelva a casa para que podamos
hablar de lo que pasó, o entro yo a tu casa a buscarla. Vos elegís.
Nico: ¿Eso es una amenaza? No te pienso dejar
entrar a mi casa sin motivos.
Pablo: Sí, es una amenaza. Y bueno, vos elegiste.
No la llamás, entro yo.
Pablo me empujó para poder entrar a mi casa, y yo
sin pensarlo le atiné un golpe en la cara. Vi como sus ojos se oscurecieron. Ya
no había forma de hablar con las palabras, teníamos que hablar con los brazos.
Me devolvió el golpe. Sentí un fuerte dolor en la clavícula. Lo agarré del
cogote, totalmente enfurecido.
Euge: ¡DEJEN DE PELEAR!
Pablo (intentando hablar a pesar de que Nico lo
agarraba del cuello): Sabía que ella estaba acá.
Euge: Nico… Nico escúchame, soltalo. No tiene
sentido esto. Soltalo, dale.
Lo solté lentamente, pero preparado para
agarrarlo de nuevo si intentaba pegarme otra vez.
Euge: Ahora, Pablo, andate. Quiero que te vayas.
Pablo fue caminando hasta Euge y la agarró de la
cara. Yo me paré detrás de él para asegurarme de que no la lastime ni nada
parecido.
Pablo: Euge… Euge, yo no sé lo que viste, pero te
lo puedo explicar. Fui un tonto, de verdad te amo, perdoname. No quise
lastimarte, fue sin intención. Yo te amo, sos el amor de mi vida. Dame otra
oportunidad, por favor, Euge.
Euge le agarró sus manos y las separó de su cara.
Euge: No, Pablo. Lo nuestro ya se terminó. No es
la primera vez que me hacés una cosa así. Si pensabas que no me ibas a
lastimar, estábas equivocado. Te perdoné una vez, pero dos ya no puedo. Ahora
andate, nada de lo que hagas va a cambiar mi decisión, y si hubo alguna
posibilidad de que te perdone, se perdió al ver tu actitud de recién. Sos un
inmaduro. Y eso no es lo que yo quiero para mí. Ya está, andate.
Pablo (alejándose de Euge): Está bien, está bien.
Yo ahora me voy. Pero te aviso que esto no va a quedar así, tenemos una
conversación pendiente.
A penas Pablo cruzó por la puerta, se la cerré en
la cara. Busqué las llaves, por las dudas. Una vez que estuvo bien cerrada,
escuché un llanto. Fui hasta el living, y la vi a Euge tirada en el sillón
llorando. Me acerqué a ella.
Nico: Euge, contame.
Euge (tratando de hablar a través de las
lágrimas): Pablo me engañó con otra chica. Nosotros vivíamos juntos, pero él se
fue unos días a la casa de sus papás porque supuestamente ellos se iban de
viaje, y él quería estar con ellos hasta que se vayan. Y yo fui a visitarlo,
para hacerle compañía. Pero resulta que nada de eso es cierto. Él se fue a la
casa de sus papás para poder estar con otra chica. Y cuando llegué…
Euge se largó a llorar de nuevo. Yo me senté a su
lado y la abracé para contenerla.
Nico: Si no querés no lo cuentes, ya está.
Euge: Nono, quiero contártelo. Necesito
desahogarme y vos sos el único que me entiende.
Nico: Bueno, está bien, pero tratá de
tranquilizarte.
Euge: Cuando llegué, los vi acostados en el
sillón.
Nico: Pero… eso no tiene nada de malo.
Euge me miró.
Euge: Estaban desnudos, Nico.
Me quedé callado. No lo podía creer. Ahora me
arrepentía de no haberle pegado más veces cuando tuve la oportunidad.
Euge me abrazó y nos quedamos así, ella llorando
y yo tratando de contenerla. Unos minutos después, paró de llorar y levantó la
cabeza. Me tocó la mandíbula, y sentí un dolor punzante.
Euge: Tenés toda la boca hinchada, dejame traer
algo para curarte.
Y antes de que pudiera decir algo, ella se
levantó y se fue. Volvió al instante con un kit para emergencias. Mientras ella
me curaba la herida, yo solo podía mirar sus labios. Se me vino a la mente el
momento en el que jugábamos mientras cocinábamos la pizza. Suena loco, pero en
ese segundo en el que estuvimos a punto de besarnos, todo cambió.
Cuenta Euge…
Después de que le terminé de limpiar la herida,
fuimos a comer. Tratamos de no hablar de lo sucedido. Con cualquier otra persona
hubiera sido difícil, pero con él no. En unos segundos encontramos temas
completamente diferentes para hablar. Contamos chistes, hablamos de cualquier
cosa. Por un momento me había olvidado de todo, solo estábamos él y yo.
Esa noche, no pude dormir. Estaba acostada en el
sillón mirando el techo, recordando todo lo sucedido en el día. Me acordé de la
guerra de comida y de cuando estuvimos completamente pegados, a punto de
besarnos. Ese momento cambió todo. Y al principio me cuesta creerlo: que en tan
solo unas horas me olvide del hombre al que amé por un largo tiempo, y me
enamore de otro. Pero luego recordé que a Nico lo conocía de muchos años, y que
si volvía el tiempo atrás, nunca fuimos solamente amigos. Siempre hubo algo.
Estuve más de media hora dando vueltas en la “cama” tratando de dormir, pero no
podía. Necesitaba estar entre sus brazos, sentirme segura. A pesar de ser
positiva, no podía dejar de pensar en la amenaza de Pablo. Por eso me levanté y
fui a la cama de Nico. Llegué a su cuarto y abrí la puerta lentamente. Estaba
tapado hasta la cintura, por lo que podía ver todo su torso desnudo. Me acerqué
en puntitas de pié, levanté la sábana, y me metí adentro. Nico se despertó y me
miró confuso.
Euge: Tengo miedo, no puedo dormir pensando en lo
que dijo Pablo. ¿Te molesta si me quedo con vos?
Nico: Nono, quedate.
Se corrió un poco, dejándome espacio. Su cama era
de una sola plaza, por lo que estábamos muy apretados. Él estaba solamente en
boxers y yo en ropa interior. Sentía su abdomen en mi espalda. Al principio
pensé que él ya se había quedado dormido, pero sentía su mirada clavada en mi
nuca.
Euge: ¿Nico?
Nico: ¿Si?
Euge: Prometeme que me vas a cuidar y que no vas
a dejar que ni Pablo ni nadie me haga nada malo.
Nico: Pablo no va a volver, quedate tranquila.
Me di vuelta, quedando nuestros pechos pegados.
Euge: Prometemelo.
Nico me acarició el rostro dulcemente.
Nico: Te lo prometo.
Acerqué mi rostro al suyo. Mi deseo era besarlo
intensamente en ese preciso instante, pero preferí disfrutar el momento y que
se dé como se tenía que dar. Nos acercamos y finalmente, sin interrupciones,
nuestros labios se tocaron. Poco a poco nuestros labios se fueron separando, y el
beso se volvió más intenso. Lentamente, Nico se fue poniendo sobre mí,
intensificando todavía más el beso.
Nico: No sabés hace cuanto estoy esperando este
momento.
Euge: Yo también.
Y volvió a besarme. Entonces yo me di vuelta
bruscamente, quedando yo sobre él. Pero besarlo no era suficiente. Quería
sentirlo más cerca de mí. Al principio tenía miedo, ya que yo nunca lo había
hecho con nadie. Pablo muchas veces me insistió para que tengamos sexo, pero yo
no quería. No me sentía lista. Pero ahora sí. Mis manos se deslizaron hasta el
abrochador del corpiño, desabrochándolo. Me lo saqué lentamente. Nico me miraba
como si fuera lo más hermoso que hubiera visto. Volví a besarlo, completamente
lista.
Nico: Euge… pará. No nos dejemos llevar por el
momento. No estamos preparados, no tenemos nada para protegernos, y no quiero
que tu primera vez sea así. Esto puede esperar, limitémonos a dormir.
Nico tenía razón. Volví a abrocharme el corpiño,
y me acosté a su lado. Dormimos así, juntos, completamente felices.
Mientras tanto con Peter y Lali…
Continuará…
~Frente a ti es fácil ser
sincera, lo quiera o no lo quiera, no encuentro otra manera... Hasta ahora
hemos sido amigos, y eso me bastaba, yo no buscaba mas... Dime que hiciste,
dime que cambio dentro de mi,para cruzar la cruzar la linea entre tu y yo, lo
que me convenció.
Bueno, el capítulo fue medio largo, y los dejé
con la intriga de lo que pasó entre Peter y Lali, pero la novela necesita un
momento Niceuge. Espero que les haya gustado, en uno o dos días publico el otro
capítulo :)